Las albuferas de Adra, ubicadas en Almería, España, están experimentando un lento declive ambiental debido a décadas de daño medioambiental. La agricultura intensiva, similar a lo que ha ocurrido en el Mar Menor murciano, ha contaminado este humedal de 47 hectáreas con fertilizantes y pesticidas, mientras que la expansión de invernaderos en la región ha limitado su capacidad de recuperación. Este problema ha llevado a la disminución de la vegetación, la disminución del oxígeno en el agua y la pérdida de especies de flora y fauna protegidas. A pesar de la protección internacional que debería recibir, la Junta andaluza ha ignorado en gran medida esta situación.
En respuesta a la situación crítica, científicos de las universidades de Almería, Granada y Málaga han enviado una carta al Gobierno autonómico exigiendo medidas de protección efectivas y han respaldado su solicitud con un informe que documenta la grave degradación del ecosistema. La Junta ha anunciado un plan de un millón de euros, pero los expertos critican que es insuficiente para abordar el problema central: el aporte de nutrientes de la agricultura, que es la principal causa de la crisis ambiental de las albuferas.
Si las medidas propuestas no tienen un impacto positivo, los científicos planean recurrir a la Unión Europea y a la justicia, ya que las albuferas de Adra tienen protección internacional. El ecosistema se encuentra al borde del colapso debido a la contaminación, la eutrofización, la colmatación y la salinización del agua, lo que ha resultado en la pérdida significativa de biodiversidad y la degradación de hábitats protegidos. En última instancia, se señala la necesidad de abordar la agricultura intensiva y la gestión del agua como causas fundamentales del problema en lugar de medidas superficiales de restauración.